Drama king
- Mauricio Lievano
- 30 nov 2024
- 2 Min. de lectura
En realidad, me mamé de ser el rey del drama, de creer que entre los millones de personas que existen en el mundo, Dios había amanecido un día de mal genio y decidido a desquitarse conmigo. Y no. Pues me pasan cosas como a todos y no soy ni el centro del universo, ni el más de malas, ni el arruinado sempiterno, porque como dice Paul Auster, “piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas y entonces, una por una empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro”.
Lo que llamaba mala suerte estuvo ahí latente, ahí, con su carita de posible, con su sonrisita de dable y realizable, con su imagen nebulosa de factible. Y por eso, me frustré todos los días y por eso, andaba por la vida buscando alguien que me salvara, tal vez Dios, tal vez algún ídolo de barro, tal vez una persona o un fetiche, como si fuera algo aleatorio, una pequeña gran ruleta donde deslizaba cada día mi propia suerte, sin saber si era esperanza o simple expectativa. La mente me tuvo secuestrado porque me hizo creer que las cosas deberían haber funcionado de otra forma y me creí el mundo que había construido.
De alguna manera use el drama para manipular a los demás, para implorar por su cariño, para rogar que me quisieran, para que no se fueran de mi lado, para hacerlos sentir mal si no lo hacían. Injusto con ellos. Injusto conmigo. Luego de atravesar la oscura noche, con dolor- porque ha dolido- he encontrado una luz en el camino y todo ha sido un regalo de la vida para ser mejor persona.
Afortunado yo, bendito yo, favorecido yo, que tengo personas que me aman y que de alguna manera han hecho que ponga en duda lo que he hecho, lo que he dicho, lo que he pensado. Los dogmas y paradigmas, de los cuales me agarré, se convirtieron en una barra de hierro caliente, de la que me solté para caer irremediablemente hacia el vacío, para aprender por fin a volar. Ya no soy víctima y me hago responsable porque todo lo que está pasando es perfecto.
No me creo el cuento de estar ya al otro lado. Aun lloro.Apenas estoy aprendiendo- por fin- a no juzgar, a ser testigo de mis propios pensamientos y emociones sin dejar que me controlen., a valorar lo que tengo y no lo que hace falta, a pedir perdón y perdonar, a agradecer y a vivir en el presente, valorando lo pasado.
Ha muerto el rey y espero para siempre…
.

Comentários