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Gelatina de hospital

  • Foto del escritor: Mauricio Lievano
    Mauricio Lievano
  • 18 ene
  • 1 Min. de lectura

Creí que nunca más pero la vida me puso nuevamente en un quirófano. Hoy mi cuerpo parece una carpeta de abuelita, llena de zurcidos en punto de cruz .

 

Ir de urgencias a un hospital atravesando la noche no deja de ser una aventura. La sala llena. Todos de afán, cada uno con su propia urgencia, con su propio dolor.

 

Sin embargo, Dios tiene sus formas curiosas para decirme que me quiere porque ponerme en manos de tanta gente buena, tanta gente experta, es una bendición.

 

Exámenes y consultas, sugerencias y consejos, reparos y pinchazos en los brazos. Gelatina de hospital, que de lejos es mejor que cualquier postre.

 

Y como siempre, una vez más, como si yo no lo supiera, el amor de mis hijas y el cariño de tanta gente que me quiere. No me canso de  dar gracias.

 

En fin, una semana ya fue suficiente y hasta la gelatina de hospital termina por cansar. O será el puré y la sopa clara y sin sustancia…

 

 



 
 
 

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